miércoles, 14 de marzo de 2012

MOMENTOS DIFÍCILES

2ª quimioterapia…………….
Como la primera vez fui muy tranquila y preparada a recibir la segunda dosis del “Líquido divino” o “Juguito Sanador”, traje conmigo un libro, mi rosario, laptop, película, lonchera muy ligera, con unas galletas de soda y una compota de frutas hecha con miel de abeja, y dos litros de agua de piña, para eliminar las toxinas rápidamente, pues el agua de piña te hace ir al baño muy seguido, funciona como un diurético y eso es muy recomendable.
Las 7 horas se pasaron rápido, ese día y al día siguiente me sentí tan bien, que acompañé a mi hija a hacer varias cosas.
Al tercer día amanecí con cólicos, los atribuí a un estreñimiento producido por algunos medicamentos que te dan para después de recibir la quimioterapia. Decidí yo sola sin consultar a nadie colocarme un supositorio de glicerina, y me funcionó perfectamente, así que el cólico pasó.
Lamentablemente por la noche regresó y muy intensamente, el dolor era en la zona del abdomen, en la zona pélvica y en el recto, era insoportable, así que mi esposo decidió llevarme a una clínica de Emergencias. Me tomaron radiografías y me colocaron un enema, eso empeoró la situación, pues al entrar el líquido aumentó el dolor y a esto se sumó una gastritis.
Me desmayé dos veces del dolor tan fuerte que sentía.
En la clínica de Emergencias le dijeron a mi esposo que tenían que llamar a una ambulancia e internarme de urgencia en una clínica, que esto era algo grave que ellos ya no `podían manejar.
Así, termine internada en una clínica, me hicieron más radiografías y ecografías.
 Mi Oncólogo estaba de viaje y no lo ubicábamos, hablaban de obstrucción Intestinal, hablaban de operar.
Muchas cosas pasaban por mi mente en esos momentos, veía las caras de preocupación y de dolor de mi esposo, de mi hija y de mi hermana, y pensaba por qué tengo que arrastrar a todos con mi enfermedad, por qué hacerlos sufrir, no era justo , momentos difíciles, hasta que lograba calmar mi mente y me entregaba al Señor, pero parecía no escucharme, le pedía misericordia, pero parecía no escucharme, la cosa se agravaba. El dolor era insoportable, me llevaban de un consultorio a otro, seguían los exámenes y el dolor aumentaba, yo estaba medio atontada, pero consciente de todo, hasta que  en la madrugada el doctor que me atendió tomó una estupenda decisión, me colocó una sonda gástrica, entra por la nariz y llega al estómago, me pusieron un fuerte analgésico y me dieron pastillas para descansar.
Me dormí contemplando a mi esposo sentado en un sillón sin dejar de mirarme, atento a cualquier cosa que pudiera necesitar, al otro lado de la habitación en un sillón más largo se acomodaron mi hija y mi hermana, no querían irse, así pasamos lo que quedaba de la noche, por fin descanse unas horas.
Al día siguiente decidieron ponerme otro enema y los cólicos regresaron, en esas condiciones me llevaron a sacar una radiografía transvaginal, grité mucho pues el dolor era cada vez peor.
Logramos hablar con mi Oncólogo y nos recomendó que consultáramos con un médico especialista, así se hizo, vino a verme de inmediato y me dió un tratamiento por vena, me sacó adelante sin necesidad de operación, pues hubiera sido devastador ya que si me operaban había que esperar la recuperación para poder seguir con las quimios y el doctor no quería eso.
Todos los medicamentos que recibía por vena eran analgésicos, desinflamantes, antibióticos, para ayudar a la flora intestinal, para mover los intestinos perezosos, el dolor permanecía pero menos intenso, tenía que caminar lo más que pudiera, estaba muy débil ya que no comía absolutamente nada, ni siquiera agua, solo me mojaba los labios, recibía suero además de la medicación.
Cuando uno llega a sentirse tan mal, la mente se bloquea, se nubla, no piensas, yo solo me encomendaba al Señor y a la Virgen.
Finalmente después de la Tempestad vino la calma y con ella, sentí una sensación de gratitud, me sentí una triunfadora por haber ganado esta batalla. Vi la vida desde otra perspectiva, la vi más bella que antes.
La chicas, amigas, hermanas de mi clase, hicieron una misa por mi salud, invitaron a mi familia, me cuentan que salió muy bonita, esas son las muestras de cariño que ayudan a sanar y que  fortalecen.
El día de mi cumpleaños, mi hija tuvo que regresar a Australia por motivos de trabajo, que desazón, que tristeza, me dejaba internada en la clínica, pero al verla llorar al despedirse de mí,  saqué fuerzas y le dije que todo iba a salir bien, que todo iba a pasar y así sucedió, pasaron los días y mejoré muchísimo, hasta que regresé a casa, al entrar vi tantos arreglos de flores que me enviaron familiares y amigos que me emocioné muchísimo, fue mejor que cualquier medicina, tener tanto amor junto a mí constantemente y esas flores esperándome en mi casa, todo parecía un sueño.
Sólo faltaba saber el por qué de este episodio para saber cómo actuar en la siguiente quimioterapia.
Sentir la unión familiar, la unión amical fue para mí vital en esos momentos!!


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